sábado, 2 de octubre de 2010

Poesía para teatro


Poesía para teatro es el más reciente eslabón en la poética de Pedro Granados, un poeta limeño que se caracteriza por su independencia literaria, su insatisfacción permanente, su rebeldía y misticismo poético. Clasificado a veces como un poeta enigmático, comparte con César Vallejo el uso de un vocabulario propio y muy singular. Su poesía es aparentemente sencilla, con un ritmo entrecortado y sobrio, que captura la atención del lector y pervierte la realidad que le circunda, escribe lo que él ve, con un lenguaje personalizado, directo, sincero, lo cual le ha granjeado enemistades en un país de grandes y auténticos poetas. Leer a Granados, y lo digo por experiencia, es un placer gradualmente creciente, sus poemas aparentemente sencillos, semejan obras de arte labradas con paciencia y oficio; creo que los versos de Granados promueven a la manera de Robert Frost, el individualismo y la inconformidad. Pedro Granados, como Frost, eligió el camino menos transitado y esto hizo la diferencia.

Edgar Artaud Jarry
México


Palabras en la presentación de Poesía para teatro (Cuernavaca, Morelos, México: La Cartonera, 2010) que se llevó a cabo en la Casa Spencer, de la ciudad de Cuernavaca, al medio día del 19 de septiembre.



¡Rompe Saraguey!

No creo en gelman

No creo en kozer

No creo en zurita

Menos en milán

Tampoco en otro garcía

Aunque sea montero.

El maquillaje

Los traiciona. La mirada

Los delata.

No son poetas. Jamás

Lo han sido. Su obra

Es un desperdicio del tiempo.

No sus mañas.

Políticos, funcionarios,

Árbitros y racioneros

De la imaginación

Por estos feudos.

Te descuidas y te endilgan

Alguno de sus halagos.

Y entonces,

Escapas de la caverna

De la opinión para figurar

En el entremés como telonero.

Voceadores profesionales

Demiurgos al centavo.

Preferible creer en la antipoesía

Pero no de don de Nicanor Parra.

Creo en Rafael Cadenas

Creo en Alejandra Pizarnik

En varios versos de Javier

Sologuren

Que hasta el día de hoy me acompañan.

domingo, 29 de agosto de 2010

La Soledad impura de Pedro Granados/ César Eduardo Carrión


Esta antología de Pedro Granados (Lima, Perú, 1955), titulada precisamente Soledad impura (Lima, Imprenta ENFYS, 2009), recoge poemas escritos entre 2003 y 2009. Granados es uno de aquellos innumerables autores que no siempre (casi nunca) constan en las antologías generales de la reciente Poesía Latinoamericana, publicadas por las mayores casas editoriales del continente o por otras menos grandes, de la mano de prestigiosos poetas o críticos latinoamericanos. Un dato destaca su situación marginal: Se trata de un poemario editado por su mismo autor. Pero, a diferencia de la inconmensurable producción que sale del bolsillo y la necesidad o vanidad de muchos aficionados, este librito dejar ver a un autor comprometido con la poesía, de amplia trayectoria y oficio. No es de extrañar, en consecuencia, que uno de sus poemas evoque lateralmente esta condición (en adelante citaré todos los versos a línea seguida): Una vez más he sido / humillado. / Por enésima vez han descargado sobre mí / el poder. / Un hombre se ha portado / como una institución / y me ha condenado al exilio.

El tono confesional de muchos de los poemas los ubica dentro de una veta creativa de la lírica escrita en español que se remonta a los siglos del barroco, pero que en la modernidad se afinca en cierto realismo, cierta poesía conversacional y en la llamada poesía lárica, que construye su cosmovisión, primordialmente aunque no de forma exclusiva, en torno del recuerdo del hogar y la memoria familiar. Dicen así los primeros versos del libro: A mi abuelo Desiderio Agüero / lo asesinaron a golpes / en la provincia de Cangallo, Ayacucho, allá por 1925. / Lo emboscaron en la propia recepción / de su cargo como sub-prefecto. / Medio centenar de puños / se ensañaron hasta la muerte contra él. / Los azuzadores fueron capturados / y purgaron veinticinco años de cárcel / por el homicidio. Se apellidaban Rodríguez. / Hacendados de poca monta / y de medio pelo, pero hacendados al fin. / Tú no esperas muerte distinta. / Morir de cara a taimados anfitriones.

Aparecen a menudo nombres propios y referencias histórico-geográficas precisas, quizás con la intención de mostrar un complejo mundo biográfico, pero seguramente también para desafiar la frialdad de ciertas estéticas (no menos legítimas), cuyos sistemas de sentido giran en torno a palabras neutras, lugares comunes de la “alta” cultura literaria y símbolos autárquicos (aquellos que se justifican sólo dentro de su propio sistema, sin un anclaje claro en la coyuntura cultural de la que provienen -¿poesía pura?-). Paralelamente al desarrollo de la llamada Poesía Neobarroca a finales de la década de 1970 e inicios de la siguiente, por poner sólo dos ejemplos, autores como Granados y García Gómez (comentado en la reseña anterior de este blog) desarrollaron en silencio una obra “modesta” y de bajo perfil, pero igual de consecuente y sólida, al menos desde sus presupuestos estéticos. En ocasiones, calificadas por algunos como “conservadoras”.

Esa última afirmación, a pesar de ser demasiado general, es justa en la medida en que visibiliza un problema respecto de la recepción de la literatura contemporánea en general y de la latinoamericana en especial, sobre todo de la poesía de las últimas décadas: La institución de los cánones estéticos responden en gran medida (si no es del todo) a eventos de creación generacional dados por intereses político partidistas, educativos gubernamentales, geopolíticos nacionales o meramente eventuales (amiguismos, revanchismos, coincidencias vitales de diversa índole). La literatura, como cualquier otro sistema de producción social de sentidos es una Institución (así, con mayúscula). Y por esa razón se comunica con otros sistemas ajenos a la literatura misma. Sí, obviedad de obviedades y tan sólo obviedad… Pero certeza, también.

Y digo todo esto a pesar de sentirme, ya no como lector sino como escritor, sintonizado con lenguajes más experimentales y abiertos que éstos, de los autores que he reseñado hasta este punto. Me llama mucho la atención, insisto a pesar de lo dicho, la fuerza metonímica (en otro sentido, simbólico-metafórica) de varios momentos de la poesía de Granados, construidos a partir del más sencillo de los usos rítmicos y estróficos. Si bien hallo tenues o lejanas resonancias telúricas en esos versos, nunca encuentro los excesos del costumbrismo o el folklorismo, cuando han sido mal entendidos (localismo a ultranza, nacionalismos chauvinistas…): El invierno nos pone la realidad más cerca / de los ojos. / Pura literatura es el invierno. Vivida, por / gris. / Palpable, por tan encapsulada. Ante toda / esta realidad / un culo bien redondo / es lo que más necesitamos. Un / huairuro del tamaño / de nuestra esperanza. / Por eso pienso en Elimane, repaso su / correo / de hace unas horas. La repaso / desnuda / contra las paredes color blanco humo de nuestra / habitación en Haití. / Bajándose el calzón, tan alegre, y subiéndose / con la mejor de sus sonrisas.

He aquí la soledad impura de este libro de Granados. Extraídos del contexto del poema amatorio o erótico al que pertenecen, e incluso dentro de él, la Pura literatura y el huairuro compiten por consumar el abanico de sentidos. Granados posee una voz plenamente identificada con sus orígenes nacionales, pero devenida a un tiempo en nómada libre de hablar del tema que se le vengan en gana. El cariz categórico, militante en otros poemas que le conozco, lo ha puesto él mismo en el último poema del libro: Hemos llegado a la conclusión / que no escribimos poesía. / Que nos somos poetas. / Es más, que la poesía / para nada nos interesa. / Que las palabras no han sido, / precisamente, / lo que buscábamos. / Ni tampoco / lo que hemos ido hallando / a lo largo del camino. / Ahora podemos hacer un alto. / Y con toda sencillez, / mas sin pizca de humildad, / decirlo. / … / Para nada nos interesan la poesía / ni sus expertos. Dejamos libre el territorio, entonces. / Impunidad total para aquellos que dicen / lo que quieren decir las palabras.

Conocí a Pedro Granados en una visita que hizo a inicios de 2010, motu proprio, para impartir un par de charlas, ad honórem, sobre su obra crítica acerca de César Vallejo, y también para leer algo de su poesía en algún recital casi clandestino. Consecuente con su carácter decidido y honesto, lo mejor de aquellos encuentros con Granados ocurrió en las charlas tras bastidores, lejos del rigor académico o la solemnidad de los encuentros poéticos. Entre otras circunstancias, el poder se detenta desde la posesión de los medios de comunicación y desde el monopolio de los discursos políticos y culturales en general. Los discursos estéticos no son la excepción. Más allá de las “preferencias” literarias subsisten los linderos habitados por los opositores a ciertas formas de poder (los taimados anfitriones). Granados es un gran ejemplo …


César Eduardo Carrión(Quito, 1976). Ha publicado los poemarios: Poemas en una Jaula de Faraday (2010), Limalla babélica(2009), Pirografías (2008) y Revés de luz (2006). Ha publicado los ensayos ´Habitada ausencia´: Historia y poética en la poesía de Javier Ponce (2008) y ‘La diminuta flecha envenenada’: en torno de la poesía hermética de César Dávila Andrade (2007). Editó junto a Fernando Albán el libro de ensayos Fulgor del instante. Aproximación a la poesía de Iván Carvajal (2008). Fue miembro de la revista de ensayo y poesía País secreto. Actualmente forma parte de la revista Ruido blanco.

martes, 30 de diciembre de 2008

TALLER DE POESíA: ¿Desde dónde lees y escribes?




Este taller de poesía (individual y confidencial) es vía Internet . Una vez que me envíen sus textos y los lea, fijamos una cita por e-mail para hablar en tiempo real sobre los mismos. Son ocho horas contabilizadas de asesoría al mes de las que disponen y pueden usar a su libre albedrío; es decir, agotarlas en dos, tres a más reuniones a lo largo de treinta días. En realidad, estas ocho horas incluyen la asesoría más el reenvío --antes de cada reunión y vía adjunto: Word, scanner o pdf-- de sus poemas con mis sugerencias o puntos a debatir. Ojo, si el corpus de lo que me envían es muy largo, sólo trabajaré exhaustivamente algunos de sus textos o los fragmentos que en el conjunto considere relevantes. Soy ante todo lector de poesía, no editor.

Este taller no se limitará a ventilar un muestrario de técnicas (verso, ritmo, imagen, etc.), por lo demás, ingentes por ejemplo  en la Internet; sino que planteará, también, otros temas de interés humanístico. Entre estos últimos, algo fundamental y ligado a nuestra capacidad misma de persuación en cuanto escritores de literatura y en particular de poesía, hacernos conscientes del tipo de sujeto poético que proponemos al lector. Sin embargo, debo puntualizar que esta dimensión reflexiva debe partir o justifijarse  siempre desde los “poemas” que los interesados ensayen y me propongan; y debería evitar plantearse en la conversación de modo descontextualizado o a priori.  Por lo tanto, el análisis y comentario de los textos de los asesorados como --eventualmente-- los de algunos autores prestigiosos o necesarios, son el meollo de este taller.

Trabajamos con la hipótesis de que cada cual escribe/ lee desde un determinado lugar (social, sexual, cultural, retórico, imaginario, etc.) y que percatarse de ello no hará sino potenciar, entre otras disímiles cosas, también nuestra propia escritura.


INSCRIPCIÓN
Permanente, vía e-mail (pedro_granados@hotmail.com), adjuntando código de envío de pago.

FORMA DE PAGO
Por las 8 horas mensuales de asesoría, más la lectura minuciosa de sus textos, los interesados deberán abonar 150 dólares americanos a través de Western Union (a nombre de Pedro Granados A., en Lima, Perú)