martes, 6 de octubre de 2015

Camino a Puruchuco




Dos tetas y un pene
a todo lo largo.
Una luz.
Un cometa
en la órbita precisa
de tu vagina.
Así percibo estas ruinas.
Restos del camino incaico
que iba de Pachacamac
a mi alma.  A Puruchuco.
Sin más lenguaje
que un improvisado
trabalenguas.
Sin más trámite
que el amor de su mirada.
Mi hermano Germán.
Que no se bañaba
aunque el sol ardiera.
Y no dudaba del amor
pero ni un solo instante.
El eco de un gruñido
y una bala pensativa
que se incrusta
como Alicia
a través del ano.
Lugar  privado y maloliente
pero de astros relampagueantes
y de boca en vilo:
por lo absorta y agradecida.
Las palabras son personas concretas.
Jamás metonimias de un sistema
inferido.  Ni un sesudo pensamiento.
Diverso, fluyente, encrespado,
jadeante,   testarudo
chasqui de pies y brazos
y rostro de bala.
Lívido.
Como mi corazón palpitante
y a la intemperie.


De Amarus (2015)